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En 1944 se producen tres importantes hitos poéticos: la publicación de Sombra 

del paraíso de Vicente Aleixandre, la de Hijos de la ira de Dámaso Alonso y la 

aparición del primer número de la revista Espadaña. Estas publicaciones son el 

punto de partida de la llamada “poesía desarraigada”, una poesía existencialista 

que muestra los primeros indicios de una protesta social y política.

Frente al mundo armonioso de los poetas arraigados, los existencialistas 

muestran su disconformidad con el mundo circundante. La tenacidad y la 

afirmación de vida conviven con la presencia de la muerte, la tristeza, la soledad 

y la desesperación, por un lado, y la búsqueda de la fe o del amor, por otro: la 

existencia es una lucha con el medio o con el mundo interior. 

La poesía desarraigada encuentra su cauce de expresión en la revista 

Espadaña, en cuyas páginas se propone una poesía antiformalista alejada del 

retoricismo de la lírica garcilasista. Entre los principales representantes de esta 

“poesía desarraigada” figuran:

-Victoriano Crémer

-Eugenio de Nora

-José Hierro

-Ángela Figuera

-Carlos Bousoño 

-Gabriel Celaya o Blas de Otero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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